El mundo se mueve cada vez más rápido. Vivimos en una sociedad colmada de tecnología. Las ciudades, donde coexisten millones de personas son entornos vivos, voraces y hostiles. Todos los días recibimos información por numerosos y diversos canales. A la prensa, la radio y la televisión convencionales, debe sumarse Internet, Redes Sociales, e incontables alertas del móvil a diario. En el siglo pasado, la información llegaba dos o tres veces al día, sin embargo, ahora estamos permanentemente conectados y aspiramos a lo contrario, desconectar dos o tres veces al día. Pero esto podría no ser suficiente… Estamos comenzando a sufrir un síndrome de exceso de información, y es hora, más que nunca, de proponerse desconectar de vez en cuando para resetear la mente y el cerebro. Un nuevo proceso que se conocerá como desinfoxicación.

Y aquí, los entornos tradicionales jugarán un papel muy importante para ayudarnos a desinfoxicarnos.